Se empieza con un cierto orden
y se termina en el caos.
A mi obra le sobra genio y le falta aceptación.
Estoy situado en un caos del que surge
la inspiración.
El grito del cuadro me provoca
y me enfurece.
He tenido un diálogo interesante con
el cuadro, ¿tendré suficiente valor
para afrontar el reto?
Los personajes que pinto,
¿comprenden mi tortura?
Priorizo la locura, guardo para
más adelante razonar.
No puedo relajarme, si me relajo
pierden intensidad los cuadros.
Me gusta reventar los secretos de la
figuración en la pintura, arriesgaré mi vida
para conseguir mi objetivo.
Dicen que soy un solitario, no lo soy,
las gentes de mis cuadros son
mi refugio.
Nada invita a pensar que no seguiré pintando,
sin embargo, la muerte puede impedirlo.
Cojo el pincel, lo exprimo, le doy la vuelta,
lo aplasto sobre la tela, lo deslizo en el blanco,
es el inicio, a saber cómo será el final.